UN ESPACIO PARA FILMES CON SIGNIFICADO
ROBERTO DE LA OSSA CH.

Son las 5:00 AM en Santa Teresa, Costa Rica. A medida que sale el sol, los pelícanos migran, volando sobre las olas a lo largo de la costa del pequeño pueblo playero donde la mayoría de la gente vive del turismo y disfruta de un estilo de vida relajado. Al comenzar el día, un humilde agricultor nicaragüense, se despierta confinado en un "Bache" construido por él mismo y una docena de otros trabajadores inmigrantes que viven allí. Es temprano, todavía está oscuro, y se levanta de su camarote sobre un piso de tierra para empezar a prepararse para el día y perseguir su objetivo de ganarse la vida decentemente para mantener a su familia que quedo atrás en su pais de origen. Se da cuenta de que está solo, y es duro porque los echa de menos. A pesar de las dificultades, no ha perdido el sentido del humor ni la fe, que forman parte de su cultura, y bromea sobre el Bache llamándolo su "hotel de cinco estrellas". Ha emigrado desde Nicaragua, el vecino en conflicto del norte de Costa Rica, un país que pasó décadas en guerra civil y que ahora está bajo el control de un dictador. Los dos últimos años de la pandemia no han hecho más que agravar el sufrimiento y limitar sus oportunidades, lo que le ha obligado a dejar su casa para buscar trabajo. Sabe que puede ganar más en un día en Costa Rica que en una semana en Nicaragua, así que siente que no tiene más remedio que marcharse, ya que su familia depende de él. Viaja lejos y arriesga su vida para cruzar la frontera ilegalmente con la esperanza de tener un trabajo, un lujo escaso en su país. Su único pecado es no tener visa. Está asustado porque los funcionarios de inmigración costarricenses detienen regularmente a los inmigrantes sin visado y los devuelven. Sin embargo, la larga frontera no tiene límites claros, y a pesar del miedo a ser atrapado de nuevo, su determinación y fe en Dios le motivan a intentarlo tantas veces como sea necesario. La dualidad de la situación no pasa desapercibida para los funcionarios de inmigración, que se muestran compasivos con la difícil situación de los nicaragüenses. Tras días de caminar por barro, ríos, esquivar ladrones, saltar muros y montarse en cualquier transporte que se le presente, se siente afortunado de llegar al lugar con una promesa de trabajo. En este extraño país y comunidad, la supervivencia es lo más importante. Se une a otros como él que viven en una pequeña choza temporal hecha con láminas de aluminio-zinc, cartón, restos de madera y cualquier otra cosa que encuentren. Es un dormitorio improvisado construido con sus propias manos, junto a la obra de construcción en la que trabajan. Nómadas, se trasladan de un lugar a otro cuando termina la obra. Duermen en camarotes de 1x2x2 metros apilados en dos filas y cerrados con divisiones de cartón para tener privacidad, a escasos centímetros unos de otros. Un solo bombillo ilumina cada camarote. En estas estrechas habitaciones en las que sólo cabe una cama individual con apenas espacio para sentarse en posición vertical, guarda todo lo que necesita para vivir: un colchón de espuma delgado, sábanas y una manta, unas pocas prendas de vestir, artículos de higiene personal, una mochila y un ventilador para mantenerse fresco en las noches de casi 25 grados centígrados. Aprende a convivir con este grupo de desconocidos donde no tiene espacio personal y duerme donde puede oír el más mínimo susurro de cualquiera. Tiene que hacer fila, con una docena de personas más, para compartir una diminuta ducha de paredes de lata y suelo de cemento. Hay un solo fregadero para lavarse los dientes, los platos y la ropa. Esta choza o "Bache", es su nuevo hogar y su comunidad. Allí dormirá, cocinará, comerá, se duchará, pasará el rato, levantará pesas, se cortará el pelo con sus compañeros de trabajo y pasará el tiempo durante su búsqueda. Sus días comienzan temprano. Se levanta a las 4:00 AM para alistarse, preparar el café y turnarse la cocinada del desayuno de sus compañeros. Empieza a trabajar a las 6:00 AM como mano de obra de bajo costo en trabajos duros y físicamente exigentes bajo calor y humedad. La ironía de la emergente industria de la construcción es que está construyendo casas de lujo y negocios turísticos de millones de dólares, mientras que pocos saben algo de los hombres que construyen su paraíso. Sus mayores temores son enfermarse y no poder trabajar o que lo detengan las autoridades de inmigración, por lo que rara vez sale del Bache. Prefiere pasar desapercibido, ser casi invisible, sintiendo que es más seguro así lograr sus objetivos financieros y esperar volver a casa algún día. Nadie sabe que, además de agricultor y obrero de la construcción, es un músico dotado, tiene un diploma de bachillerato y tomó clases en la universidad. Como él, muchos otros también tienen estudios y carreras antes de convertirse en trabajadores inmigrantes. A menudo se siente solo y echa de menos a su familia, su prioridad número uno; ellos también le echan de menos, pero están orgullosos de su sacrificio. Se desahoga cantando, recordando la finca rural donde vivía en Nicaragua, una zona natural prístina rodeada de lagos y volcanes. Allí tiene todo lo que podría desear, excepto la oportunidad de ganarse la vida. Llama a sus seres queridos antes de la hora de dormir y vuelve a empezar la rutina por la mañana. Por la noche está tan cansado que su duro camarote se siente como un colchón de lujo. Como su principal objetivo es mantener a su familia en casa, ahorra todo lo posible para enviarles dinero dos veces al mes por Western Union. Compra comida cada dos semanas en un supermercado chino situado a una hora de distancia durante su limitado tiempo libre porque tiene los precios más bajos en productos básicos. El supermercado proporciona transporte a los trabajadores de la construcción de Santa Teresa, reconociendo la gran cantidad de clientes. Los domingos, el amor mutuo de su grupo por el béisbol devuelve la alegría de la infancia a sus vidas. Juegan al deporte nacional nicaragüense en la playa, divididos en equipos, en un partido tan serio como si estuvieran en un estadio repleto de aficionados. Con poco dinero pero con mucho ingenio, los hombres fabrican a mano sus propios bates, hacen pelotas de béisbol con hule de los árboles y calcetines, y las atrapan con sus manos desnudas y ásperas. A veces, los estadounidenses que viven en la zona piden jugar y son recibidos por los nicaragüenses, que creen profundamente que "todos somos iguales; todos somos de la misma carne y hueso". El drama de su viaje en Costa Rica concluye con un acto de empatía, solidaridad y la ayuda de un amigo que le permite utilizar su talento como músico y cantante. Logra atravesar las barreras culturales y lingüísticas, utilizando el elemento común de la música, con un artista profesional británico residente en Santa Teresa, para actuar juntos las noches de los fines de semana en un hotel de cinco estrellas. Además de su trabajo diurno en la construcción, puede ganar en una noche de música lo que se gana en toda la semana como constructor. El ciclo se cierra con él cruzando las divisiones sociales y culturales para ser una estrella en la comunidad. Esta filmación es una mirada a la historia no vista de los Bacheros. Su historia de vida es la misma que la de otros miles de personas. Casi medio millón de nicaragüenses viven en Costa Rica, lo que representa más del 75% de la población extranjera. Solo desde 2018, casi 150,000 nicaragüenses han llegado a Costa Rica buscando protección internacional, una vida mejor y oportunidades económicas. La mayoría trabaja en la construcción, las tareas domésticas, la agricultura y la seguridad, pero hay mucho más que conocer sobre ellos. - Roberto de la Ossa Ch.